“Así no se dice”, “eso no se pronuncia así”, “en dónde aprendiste el idioma”, suelen ser las frases de algunas personas cuando nuestra pronunciación en alguna lengua extranjera no es idéntica a la de un hablante nativo.
Esto claro que tiene una explicación, de acuerdo con Larousse Latinoamerica, cada idioma tiene un número limitado de fonemas, los cuales son una unidad mínima de articulación cuyo sonido puede ser vocálico o consonántico, por lo que la unión de varios forma una palabra.
Aquí te va un ejemplo de fonema en español: /b/ y /l/ son fonemas distintos de la lengua porque existen pares de palabras, como “bata” y “bala”, en los que al cambiar uno por otro, cambian totalmente el significado de la palabra.
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Esto no sólo pasa con el español, cada lengua tiene un número limitado de fonemas, los cuales aprendemos a dominar al crecer bajo un idioma en el que nos especializamos para poder comunicarnos de la mejor manera en nuestro entorno, algo conocido como “especialización del aparato fonador”.
Sin embargo, al aprender otras lenguas, nos enfrentamos a fonemas que no son propios de la nuestra. Por esa razón es que un hispanohablante podría tener problemas, por ejemplo, para realizar la fricativa uvular sonora del francés (/ʁ/), pues ésta no existe en el español.
Y es que también nos enfrentamos a sistemas de escritura distintos, un claro ejemplo es el francés y el inglés, idiomas que carecen de correspondencia entre cómo está escrito y cómo se pronuncia. Tierra, en francés, se escribe “terre” y se pronuncia /tɛʁ/.
Los seres humanos tenemos la capacidad de adaptar nuestro aparato fonador para que realice “fonemas extranjeros”, pero es probable que para lograrlo primero deberemos hacer el sonido de manera consciente y remarcando su pronunciación.