Un estudio estadunidense reveló que los cannabinoides disponibles por vía oral, aislados o en extractos de cáñamo, tienen el potencial de prevenir y tratar infecciones por SARS-CoV-2.
De acuerdo con un estudio de la Universidad Estatal de Oregón, publicado por la revista científica Journal of Natural Products, dos ácidos cannaboides del cáñamo o cannabis sativa podrían usarse como inhibidores de la entrada celular, a fin de prevenir la infección por SARS CoV-2, así como para acortar el curso de la misma.
Según el documento, como complemento a las vacunas, se necesitan agentes terapéuticos de moléculas pequeñas para tratar o prevenir infecciones por el síndrome respiratorio agudo severo y sus variantes causantes del covid-19.
“En ensayos de neutralización de virus de seguimiento, el ácido cannabigerólico y el ácido cannabidiolico previnieron la infección de células epiteliales humanas por un pseudovirus que expresaba la proteína espiga del SARS-CoV-2 y previnieron la entrada del mismo a las células”, explicó la revista estadunidense.
En otro fragmento, detalló que ambos ácidos fueron igualmente efectivos contra la variante alfa B.1.1.7 y de la variante beta B.1.351. Mismos agentes, entre otros, que están asociados con los incrementos en las infecciones y hospitalizaciones, lo que sugiere una ventaja competitiva en cuanto a aptitud física con respecto a la cepa original.
“A medida que continúa la pandemia, han surgido varias variantes del SARS-CoV-2 que circulan en todo el mundo, incluida la variante alfa, detectada por primera vez en el Reino Unido, y la variante delta, detectada por primera vez en India”, refirió.
Al día de hoy, la pandemia incluye al menos 272 millones de casos a nivel mundial, 5.3 millones de fallecimientos y más de 600 mil casos nuevos diarios. Si bien la aplicación de vacunas ha ayudado, su disponibilidad limitada y la tasa de mutación del virus podría llevar a que permaneciera durante muchos años.
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Para los autores de este estudio científico, los productos naturales son la fuente más exitosa de fármacos y aunque criticaron que la química combinatoria actualmente recibe más énfasis para el descubrimiento de plomo por parte de la industria farmacéutica, la naturaleza sigue siendo una fuente de diversidad estructural química única para el descubrimiento de nuevos medicamentos.
Con base en su investigación, alrededor de dos tercios de los nuevos fármacos de molécula pequeña, desde 1981 han sido productos naturales, derivados de farmacóforos o miméticos de productos nativos.
“Menos del 10 por ciento de la biodiversidad del mundo ha sido evaluada para actividad biológica potencial, por lo que muchos más compuestos útiles de plomo natural están a la espera de ser descubiertos.”.
Un ejemplo de un producto natural con actividad anticovid, agregaron, es la panduratina de la planta medicinal Boesenbergia rotunda, activa contra el coronavirus tanto en la fase previa a la entrada como en la posterior a la infección.
A su vez, el grupo de investigadores evaluó productos botánicos como suplementos dietéticos como el trébol rojo, el ñame silvestre, el lúpulo y tres especies de regaliz, así como el extracto del cáñamo.
“Estos compuestos se pueden tomar por la vía oral y tienen un largo historial de uso en humanos. Tienen el potencial de prevenir y tratar la infección por SARS. Nuestros datos muestran que CBDA y CBGA (ácidos)son efectivos contra las dos variantes que analizamos (alfa y beta) y esperamos que la tendencia se extienda a otras variantes existentes y futuras”, sentenciaron.
DATOS SOBRE EL ESTUDIO
Los extractos de cáñamo y los aislados cannabinoides se obtuvieron del Centro de Innovación Global, Estados Unidos. La taxonomía de las plantas fue confirmada por Jay S. Noller del Global Hemp Innovation Center y los estándares certificados se compraron de Cayman Chemical.
La investigación estuvo a cargo de Van Breemen, Ruth Muchiri, el Instituto Linus Pauling y cinco científicos de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón (OHSU, por sus siglas en inglés), quienes identificaron la actividad de estos dos cannabinoides mediante una técnica de detección basada en la espectrometría de masas, inventada en el laboratorio de Breemen.