Alrededor del famoso volcan Popoctépetl, que se ubica en la colindancia de los estados de Puebla, México y Morelos, existen muchísimas manifestaciones creativas que se proyectan a través de diferentes canales.
Y es que hablamos de uno de los históricos símbolos de la naturaleza que caracterizan a esta región del país y también a su capital, la Ciudad de México, gracias a que -cuando las condiciones meteorólogicas y los niveves de polución lo permiten- se puede apreciar su majestuosidad junto con otro importante elemento montañoso, Iztacíhuatl.
Popocatépetl es un término náhuatl que deriva de las palabras popokani -humear- y tépetl -cerro o elevación montañosa- por lo que se deduce que históricamente ha tenido una actividad y vida como volcán a lo largo de los siglos.
Diríamos que la actividad constante que presenta en la actualidad surgió desde finales de 1994 y ha tenido etapas de mayor efervescencia y momentos de calma, pero se ha convertido en elemento de inspiración para múltiples expresiones artísticas y creativas en lo general.
Por ejemplo, se aprecia este paisaje al óleo desarrollado por José María Velasco, destacado pintor que tuvo su época productiva, creativa y artística en el siglo XIX. El volcán Popocatépetl es protagonista junto con Iztacíhuatl.
Como elementos característicos dela región, existe un relato popular que los mexicanos conocen: la famosa leyenda de amor que cuenta una historia de amor entre un guerrero mexica y una mujer, Iztacúhuatl, la mujer blanca o mujer de sal. Se dice que ella muere y él le guarda luto, por lo que las deidades aztecas los premian convirtiéndolos en los volcanes.
Otro creativo del arte mexicano, Gerardo Murillo, que utilizaba también el mote de Doctor Atl -agua en lengua náhuatl- se inspiró en el volcán Popocatépetl, junto con muchos otros volcanes y cordilleras para realizar sus piezas pictográficas y realizó una pieza como la que muestra a continuación, data de 1934.
Y otras manifestaciones de arte y creatividad visual hacen alusión a estas imponentes montañas que se aprecian prácticamente desde desde cualquier zona de la CDMX y otras localidades en por lo menos cuatro entidades federativas.
Por ejemplo, el telón de vitral del Palacio de Bellas Artes, en el Centro Histórico de la ciudad, que fue elaborado por la casa Louis C. Tiffany, con sede en Nueva York. La obra se compone por casi un millón de piezas de vidrio, lo que la convierte en una obra artística única en el mundo.