Hay que preguntarse si la obra griega de Dafnis y Cloe responde al regreso y reflexión de la naturaleza misma de los seres vivos, sujeta a la crianza por otra especie.
Las historias que enlazan la vida de dos personajes ha sido aplicada por escritores y llevada por narradores desde tiempos remotos. Además, los protagonistas desarrollan un estilo de vida muy diferente al que actualmente viven los jóvenes, lo que resulta en una antítesis de las conductas “mundanas”.
Hay que preguntarse si la obra griega de Dafnis y Cloe responde al regreso y reflexión de la naturaleza misma de los seres vivos, sujeta a la crianza por otra especie. Al igual que desde el nacimiento se marca el destino de lo que seremos o si este se va definiendo con la presencia de oportunidades. Así como refirió William Shakespeare “el destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”.
Dafnis amamantado por una cabra y nacido entre lujos, envuelto en mantilla de púrpura con hebilla de oro y al lado un pañuelo de marfil tuvo la misma suerte de Cloe, una niña que tampoco estuvo bajo el cuidado de unos padres, pero sí de un animal, quien también se encontraba rodeada de opulencias.
Dentro del texto de Juan Valera se establece que a partir de un sueño, los padres “adoptivos” no les preocupó tanto el oficio de guardar ganado para los jóvenes, ya que aseguraban sus suerte a las prendas halladas y sobre todo al hecho de aprender la escritura.
En ese sentido, la naturaleza primitiva de haber sido amamantado por animales se fracturó al aprender las letras, condición que responde sólo al carácter humano. Sin embargo, no olvidaron su origen de sobrevivencia, al mantener un contacto estrecho con las cabras y corderos, pues su abandono fue alimentado.
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Respondiendo el argumento planteado en el segundo párrafo, justamente no puede haber un retroceso a la naturaleza de los seres vivos, ya que dentro de la novela se detalla que más allá de las relaciones que puedan tener los animales siempre existirá esta dispersión; a diferencia de Dafnis y Cloe quienes continuaban compartiendo los alimentos, fortaleciendo ese vínculo por medio de le vida rutinaria.
Sin embargo, al presentarse estos indicios de descubrimiento hacia el erotismo, el salvajismo y finalmente el amor, se puede retomar el tópico de una manifestación primitiva, pero no del todo “animal”. Pues empieza este juego de querer ver a la otra persona totalmente desnuda y de repetir la acción.
Esta se rompe cuando surge la incógnita de “¿qué me hizo el beso de Cloe?” y comienza la descripción detallada del beso, dice “me falta el aliento, el corazón me palpita, se me derrite el alma y a pesar de todo quiero más besos” (Valera, 1931).
Respecto al argumento inicial, de la diferencia con los jóvenes de la actualidad. Este amor primitivo sujeto a la inocencia de los protagonistas, se puede deducir como algo divino, puesto que la manera en que se expresan su amor ya no es tan visible en las generaciones del siglo XXI.
El amor primario, se sustenta con la traducción de Juan Valera y del propio Longo cuando señala que Amor mismo, entendiéndose como Eros, cupido del amor, los protege y los une como una pareja distinguida.
Otras de las características que podría distanciar la juventud y amor de estos dos personajes es su devoción y fe en lo dioses, aunque si lo llevamos a las creencias vigentes y puntualmente a la religión cristiana, esta “devoción” responde al antiguo testamento de la biblia, cuando se debían ofrecer sacrificios para que los pecados fueran perdonados y eximidos.
Esto se puede observar y comprobar cuando visitan la gruta de las Ninfas y al ofrecer sacrificios y liberaciones, teniendo como resultado una actitud benévola con ellos.
El filósofo español José Ortega y Gasset ya había mencionado en una frase el tópico del amor primario, el cual resaltó una creación del ser humano y no una virtud intrínseca, propia de un don colectivo: “El amor, más que un poder elemental, parece un género literario. Porque el amor, más que un instinto, es una creación, y aun como creación nada primitiva en el hombre”.
Consideró que al final de la novela, se expone esta vida que no es libre de vicisitudes y el recorrido que los “enamorados deben llevar a cabo” para sentirse al final, más juntos, algo que los hiciera sentir dueño del otro.
Al destacar en la penúltima página de la traducción de Valera el que Dafnis y Cloe hicieron casi diario la vida pastoril, adorando a los dioses y profesando especial devoción a Pan, a Amor y a las Ninfas. Además, pone sobre la mesa el gusto de los protagonistas por los orígenes que les fue dado por sus padres y quienes los amamantó al resaltar que a pesar de ser grandes poseedores de mucho ganado lanar y cabrío, nunca hubo manjar más exquisito que la leche y fruta.
En ese sentido, este texto manifiesta contenidos que en la vida ordinaria real siguen retomándose en el día a día y en las líneas para desarrollar cualquier historia en el medio que se pretenda. En resumen es, es que en la vida tendremos aflicciones, pero sólo el amor primitivo nos permitirá visibilizar ese gusto por las “riquezas injustas”, es decir, lo aprendido en nuestra niñez, lo que traemos desde el nacimiento por sobre todas las cosas, riqueza y conocimiento que vayamos adquiriendo y adoptando.
Asimismo, esa cierta inocencia que nos figura Dafnis y Cloe sólo puede llevarnos a un sentido, al “vivir largos años felices”. Claro, siempre y cuando también creamos en algo, ya lo decía León Tolstói, “si el hombre vive es porque cree en algo”.