Japón anunció este miércoles que se retira de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) para reanudar la caza de ballenas con fines comerciales desde julio próximo.
La decisión fue dada a conocer por el vocero del gobierno japonés, Yoshihide Suga, quien indicó que los balleneros nipones reanudarán sus actividades en sus aguas territoriales y en su zona económica exclusiva.
La CBI fue creada hace siete décadas para garantizar la preservación de esos cetáceos y evitar su caza indiscriminada en los océanos.
Japón era miembro de la CBI desde el 21 de abril de 1951 y hasta ahora había respetado la moratoria en la caza comercial de la ballena acordada en 1982, aunque organizaciones animalistas aseguran que existía una caza comercial encubierta.
Suga dijo que, a partir de su retirada, el país actuará como observador en el seno de la organización y aseguró que el Gobierno de Tokio sigue comprometido en el manejo de los recursos marinos de acuerdo con datos científicos.
El comunicado oficial difundido por Suga indica que la decisión se ha adoptado al estimar que “una modificación de la moratoria no se ha considerado apropiadamente”.
¿Por qué estaba suspendida la actividad?
Aunque el anuncio se da este miércoles, desde noviembre los pescadores japoneses iniciaron la temporada de caza de ballenas en el océano Antártico, una campaña realizada con fines científicos según las autoridades niponas y a la que se opone la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
La flota japonesa aspira a capturar 333 ballenas minke en aguas del Antártico, en la que supone la cuarta campaña ballenera del país asiático desde su suspensión temporal a raíz de una sentencia de la Corte Internacional de Justicia.
El gobierno japonés defiende que sus campañas balleneras tienen como fin contribuir a la gestión y conservación de los recursos marítimos a partir del análisis del contenido de los estómagos de los cetáceos, cuyos resultados serán transmitidos a la CBI.
Sin embargo, en 2014 la Corte de la Haya declaró ilegal las capturas balleneras japonesas en el Antártico por no ajustarse a dichos fines y ordenó su suspensión, tras lo cual Japón decidió reanudar estas campañas aunque limitando sus capturas a un tercio de la cantidad habitual.
La CBI también se opuso al nuevo tope de capturas propuesto por las autoridades niponas en la reunión que este organismo celebró en septiembre en Brasil, lo que ha llevado a Japón a amenazar con retirarse de esa comisión internacional.
Hasta su prohibición por parte del tribunal internacional, en las campañas balleneras niponas se capturaban 850 ejemplares de minke o rorcual aliblanco -una especie de la que Japón estima que hay un número relativamente abundante de ejemplares-, 50 de ballena jorobada y otros 50 de rorcual común para fines científicos.
Además de sus capturas en el Antártico, Japón caza ballenas en el Pacífico Norte, en la costa septentrional del archipiélago, también con fines supuestamente científicos.
Estas actividades han sido criticadas por la comunidad internacional y organizaciones animalistas, que consideran que se trata de pesca comercial encubierta, dado que la carne de los especímenes estudiados es posteriormente vendida.