Los seres humanos cambiaron el planeta Tierra sin lugar a duda, desde la forma de vivir de otros seres vivos hasta los espacios en los que habitaban se han visto afectados gracias a la aparición del hombre y la mujer en el mapa.
La modernización de los ecosistemas ha traído consigo diversidad de problemáticas ambientales como la extinción de distintas especies, los cambios climáticos, contaminación y el propio calentamiento global a tal grado que hoy en día solo un 3 por ciento de los lugares que existen en Tierra firme nunca han sufrido de ningún tipo de influencia humana.
Un reciente estudio de publicado en Frontiers in Forests and Global Change, buscó determinar que tanto los seres humanos se han apropiado de los ecosistemas del planeta y descubrir cuál es el porcentaje de Tierra que se mantiene alejada de este tipo de interacciones.
Tras la investigación se descubrió que sólo el 3 por ciento de la Tierra firme, la cual no considera el hábitat de los mares y océanos, se mantiene intacta a pesar de que en las primeras estimaciones la evaluaron entre el 20 o el 40 por ciento.
“Sabemos que el hábitat intacto se está perdiendo cada vez más y los valores del hábitat intacto obtenido, se han demostrado tanto para la biodiversidad como para las personas”, explica el doctor Andrew Plumptre, de la Secretaría de Áreas Clave de Biodiversidad en Cambridge y autor principal del estudio.
¿Por qué bajó tanto la estimación? La diferencia entre el resultado final con las primeras estimaciones es que para encontrarla se tomaron en cuenta nuevos criterios como el que establece a una comunidad ecológica intacta como un hábitat en el que deben coexistir todas las especies que se sabe habitan en este tipo de ecosistemas.
Anteriormente solo se consideraba alterado un ambiente influenciado con directos asentamientos humanos, carreteras, luz artificial y contaminación acústica, sin embargo, en esta nueva investigación las manos del hombre en actividades como la caza furtiva tuvieron una fuerte valorización.
Los autores de este estudio tomaron como punto de comparación el año 1500 de nuestra era, señalando el número de especies que habitaban esos espacios para aquel entonces y cuántas de ellas aún tienen vida.
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Luego de realizar este análisis se descubrió que solo cuatro regiones tienen similitudes con aquel año: el este de Siberia, el norte de Canadá para los biomas boreales y de tundra, partes de los bosques tropicales de la cuenca del Amazonas y el Congo y el desierto del Sahara.
“Este estudio encontró que gran parte de lo que consideramos hábitat intacto presenta (sic) especies perdidas que han sido cazadas por la gente o que se han perdido debido a especies invasoras o enfermedades”, explicó Plumptre.
Lo más preocupante para Andrew es que de todas las áreas analizadas en la investigación únicamente el 11 por ciento forman parte de zonas protegidas, por lo que es clara la falta de esfuerzos gubernamentales para proteger las áreas silvestres. Cabe destacar que algunas de las áreas protegidas están a cargo de comu indígenas.
Hace 30 años, las áreas silvestres fueron consideradas como prioridades de acciones de conservación y protección e incluso la integridad de los ecosistemas fue reconocida por el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica como un objetivo importante en el marco de la biodiversidad mundial posterior a 2020.
Aún hay esperanza
A pesar de las desalentadoras cifras, para Plumptre aún existe una solución viable para que se restaure la integridad de la fauna hasta en un 20 por ciento dentro de la superficie terrestre del planeta, para lo logarse se necesita reintroducir algunas pocas especies en el hábitat intacto.
“Los resultados muestran que podría ser posible aumentar el área con integridad ecológica hasta en un 20% a través de reintroducciones específicas de especies que se han perdido en áreas donde el impacto humano aún es bajo, siempre que las amenazas a su supervivencia pueden abordarse y reconstruirse los números a un nivel en el que cumplan su función funcional “, señaló.
Se prevé que en un futuro este tipo de investigaciones ayuden a centrar la atención en los ecosistemas para su conservación y restauración pues los hábitats intactos no solo benefician a la vida silvestre que los habita, sino también a los seres humanos.
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