Spotify se ha convertido en la plataforma musical en streaming más popular y esto lo debe al amplio catálogo de contenido con el que cuenta, esfuerzo que ha llevado a la marca a enfrentar todo tipo de polémicas.
La música en streaming se ha convertido n un básico para cientos de miles de personas, que han podido guardarse en casa durante el confinamiento.
Ante esta situación se han establecido diversos referentes, que nos sirven para poder comprender el valor que hay en una plataforma que valora los contenidos que ofrece.
Esto ha llevado a Spotify a hacerse de todo tipo de medidas, como recomendaciones con la ayuda de inteligencia artificial, mientras que marcas como Netflix han encontrado en la liberación de su contenido, una oportunidad muy grande de poder atraer a usuarios y lograr con ellos fortalecer el negocio de la reproducción de contenidos.
El lado oscuro del negocio del streaming
Hay un lado poco conocido en el streaming y son los ingresos que se llevan los artistas que complementan esta plataforma.
El caso de Rufus T. Firefly lo llevó a revelar cuánto gana en la plataforma y dentro de un tweet en que lamentó los ingresos, aunque se dijo afortunado en comparación con el resto de artistas.
A decir del artista, este gana 80 euros al mes, lo que representa poco más de dos mil pesos por cerca de 8 millones de reproducciones de una de sus canciones.
La cantidad es solo parte de la batalla que tienen los artistas contra el dueño de Spotify, Daniel Ek, quien hace unas semanas recomendó a los artistas trabajar más, para que aumentaran los ingresos que obtienen a través de la plataforma, pues aseguró que desperdician tendencias, no aprovechan al máximo estrategias de contenidos y básicamente los consideró un desperdicio de talento.
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En medio de esta polémica entre artistas y el dueño de Spotify hay un amplio catálogo que se ha convertido en el aliado de las personas que pueden trabajar desde casa, con audífonos que motivan la concentración, pero también se han convertido en parte de las actividades deportivas que realizan las personas en encierro, con una bocina inalámbrica que convierte cualquier esquina de la casa en un espacio de relajación o ejercicio.