Para nadie es ajeno que los niveles de contaminación en sus múltiples expresiones han deteriorado de muchas maneras el entorno y han provocado cambios que ya se hacen notorios en las aguas, suelos y atmósfera.
Si no no se suscriben de manera verdadera los acuerdos internacionales que buscan frenar el deterioro ambiental, seguirán viéndose desastres como las sequías extendidas en terrenos donde no la había y tifones, ciclones y otros desastres meteorológicos en donde antes no ocurría.
El problema del sargazo que invade costas mexicanas y de otros países también hace evidente la problemática que se desarrolla en materia ambiental, junto con los incendios forestales que se derivan de periodos prolongados de sequía y un mal manejo de desechos sólidos y basura.
Hace unos meses el mundo se consternaba con los incendios forestales en extendidas regiones de la selva amazónica de Brasil y otras regiones con vegetación en el continente americano. Semanas, antes, aunque en mucha menor medida, en el Valle de México y otras regiones de nuestro país ocurría lo mismo y se puso en relieve un contaminante al que al parecer no se le había dado la atención debida: partículas menores a 2.5 micras, PM 2.5, las cuales generan graves daños al sistema respiratorio de las personas.
Con base en el estudio “Contaminación atmosférica de partículas y mortalidad diaria en 652 ciudades”, realizado por la Universidad de Londres en 24 países, en México está la ciudad que mayores niveles de estas partículas contienen en toda América LAtina No se trata de la Ciudad de México, -aunque también en la capital del país hay altos niveles-, sino Monterrey, seguido por la CDMX y Guadalajara.
En Monterrey se respiran hasta 27 microorganismos contaminantes por metro cúbico, mientras que CDMX y GDL se respiran 25. El país del mundo con los peores niveles de concentración de contaminantes y micropartículas es Xingtai, en China, y Kashi, en India.