El dinero no compra la felicidad, esa es una realidad comprobada por medio de un estudio científico que comparó el papel del dinero en dos distintas sociedades en el mundo.
El estudio realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) y la Universidad McGill de Canadá, fue publicado en la revista científica PLOS ONE.
¿En qué consiste? En 2018 se entrevistó a 678 habitantes de zonas urbanas y rurales de las Islas Salomón y Bangladesh; al comparar los resultados, se descubrió que en zonas en donde el dinero es menos importante son las que tienen los índices más altos de felicidad.
Las entrevistas se realizaron en personas entre los 20 y los 50 años (promedio de edad de 37 años), con ayuda de traductores locales para así mantener las preguntas lo más parecidas posibles y el sesgo en respuestas fuera menor.
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Las preguntas fueron diseñadas para obtener información sobre qué significaba la felicidad para ellos, así como para conocer mejor sus estados de ánimo, estilo de vida, actividades domésticas y relacionadas con la pesca, sus ingresos y el nivel de integración en el mercado.
“A menudo se asume que el crecimiento económico mejora la felicidad de las personas en países de bajos ingresos, aunque la asociación entre ingresos monetarios y bienestar subjetivo ha sido un tema de debate… Nuestros resultados sugieren que se pueden lograr altos niveles de bienestar subjetivo con una monetización mínima”, asegura la publicación.
El estudio afirma que si bien no existen sociedades puramente no monetizadas, pero persisten varias mínimamente monetizadas, en las que la gente produce lo suficiente para satisfacer sus propias necesidades, con un comercio o trueque menor por bienes y servicios no esenciales.
Los investigadores descubrieron que en las comunidades donde el dinero se usaba más, como en las zonas urbanas de Bangladesh, los residentes expresaban niveles de felicidad más bajos.
“En los sitios menos monetizados, vemos que las cosas que más felices les hacen sentir son pasar el mayor tiempo posible con su familia y estar en contacto con la naturaleza”, ha detallado Sara Miñarro, investigadora del ICTA-UAB y autora principal del estudio.
Según los autores, “curiosamente, mientras que investigaciones previas han determinado que la tecnología y el acceso a la información sobre sociedades lejanas con estilos de vida diferentes, al ofrecerles estándares con los que comparar sus vidas, pueden afectar a la evaluación de las personas sobre su propio bienestar, no sucede así en estos países”.
¿Qué los hace felices?
Actividades como escuchar música, relajarse o dar un paseo por la playa fueron citadas con frecuencia en los sitios menos monetizados, pero su frecuencia disminuyó con el aumento de la monetización.
Por otro lado, los factores familiares como ver felices a los padres o pasar tiempo con familiares, fueron comunes en todos los sitios, pero su frecuencia aumentó notablemente con el aumento de la monetización.
Mientras que la frecuencia de respuestas relacionadas con aspectos económicos, como tener altos ingresos o vender su pesca eran mucho más importantes en los sitios con mayor monetización.
Las actividades de pesca y subsistencia eran más importantes en los sitios rurales, mientras que los factores sociales, como jugar con amigos o ir a fiestas, eran más comunes en los sitios urbanos.
Los autores subrayan que su trabajo demuestra que “las fuentes de felicidad no están relacionadas con la producción económica” y que “cuando las personas se sienten cómodas, seguras y libres para disfrutar de la vida dentro de una comunidad fuerte son felices, independientemente de si ganan dinero o no”.
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