La pandemia aún no se va del mundo, los contagios en México aún continúan con altos indices a pesar de que la curva de contagios va a la baja, las muertes no paran con 1,701 muertes en un día. Uno de los hechos que nos ayudan a disminuir los contagios de Covid-19 es el uso correcto de cubrebocas, es por eso que te dejamos el manual de cómo usarlo.
- En caso de querer ajustar mejor la mascarilla, se recomienda hacer pequeños nudos al principio del elástico y nunca cruzarlos.
- La mascarilla doble puede provocar un efecto totalmente opuesto al deseado ya que pone en jaque el ajuste.
- La OMS no recomienda utilizar mascarillas de tela a los mayores de 60 años.
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En caso de querer ajustar mejor el cubrebocas, se recomienda hacer pequeños nudos al principio del elástico y nunca cruzarlos.
Llevar la mascarilla bien ajustada el rostro es clave para que sea efectiva, sin embargo, hacerlo mal puede poner en riesgo nuestra salud. Es común ver, en muchas personas, las cintas de la mascarilla en forma de X. Parece una buena idea, a priori, pero no lo es. Al hacer este gesto, se abren dos huecos laterales y eso hace que entre y salga una cantidad de aire enorme sin filtrar.
José-Luis Jiménez, científico de la Universidad de Colorado y uno de los mayores expertos a nivel mundial en aerosoles lo ha explicado en su cuenta de Twitter. “El ajuste es un problema muy gordo para el uso de las mascarillas para la población en general. Por huecos que nos parecen pequeños pasa la mitad de aire sin filtrar”, explica.
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El cubrebocas doble puede provocar un efecto totalmente opuesto al deseado ya que pone en jaque el ajuste.
El miedo al contagio con la llegada de las nuevas variantes y la enorme incidencia de esta tercera ola ha hecho que llevar dos mascarillas, una encima de otra, sea una de las costumbres más comunes entre la población general. La lógica dice que, si pongo dos, filtrarán el doble, pero la ciencia lo desmiente. Al llevar una sobre otra, la presión que ejerce la de arriba sobre la de abajo puede provocar que esta se desajuste y haya fugas de aire.
Usar una mascarilla quirúrgica desechable, que filtra bien pero no siempre se ajusta como debería, y poner encima una de tela grande que se cubra a la perfección la zona de la nariz.
Olvidar que existen tallas de cubrebocas, es fundamental para la protección
Dependiendo del tipo de mascarilla que sea, existen varias tallas. En las higiénicas desechables, lo normal es encontrar dos de niños, una aproximadamente hasta los cuatro años y otra hasta los 12. Sin embargo, si recurrimos a las higiénicas reutilizables homologadas, como pueden ser las de tela, la variedad es mayor. Además de las infantiles, es común poder elegir entre las tallas S, M y L en función de la morfología y tamaño del rostro.
Si este es el caso, es primordial leer bien las medidas y adquirir la que más se ajuste a la nuestra. Ya que, como hemos comentado anteriormente, si un cubrebocas no se adhiere perfectamente, aproximadamente la mitad del aire que entra y sale se queda sin filtrar. Además, llevarla pequeña es exactamente igual de peligroso que si es demasiado grande, ya que la saliva la humedecerá y además se dificultará la respiración.
Exceder su tiempo de uso, la efectividad cae en picado
Por mucho que utilices una FFP2 en lugar de una higiénica o quirúrgica, no servirá de nada si excedes las ocho horas que recomiendan los fabricantes, cuatro si seguimos las pautas del Ministerio de Sanidad. Cada tipo de mascarilla tiene unas propiedades y tiempos específicos que son los que aseguran su efectividad, así como que la mascarilla se encuentre en perfectas condiciones. Más allá de las horas, hay que fijarse también en que no esté humedecida ni mojada porque el filtro también se deteriora en esta situación.
En el caso de las mascarillas reutilizables, pierden toda su efectividad si no se lavan después de su uso y suelen tener un número máximo, por lo que si no se respetan las indicaciones habrá un momento en el que no sirvan para nada, simplemente tengan un efecto placebo y creen una falsa sensación de seguridad al que la lleva puesta.
Guardarla mal o manipularla sin higienizar las manos, el error más común
Aunque son dos cosas más que evidentes, son en las que más fallamos. La correcta higienización de las manos antes de manipular la mascarilla es fundamental. Son un vehículo transmisor muy sencillo para las bacterias y virus, ya que se encuentran en contacto directo con superficies que podrían estar infectadas. Siempre que se pueda, es mejor lavarlas con jabón y agua antes que utilizar gel hidroalcohólico. Recordamos que la manipulación debe hacerse siempre a través de los cordones y jamás tocar la parte de material filtrante.
En cuanto a la forma en la que guardarla, llevarla colgada en el codo, en la muñeca, dejarla sobre la mesa o meterla directamente en el bolso o bolsillo hará que su eficacia se desplome de golpe. Esto se debe a que es más que probable que la mascarilla se contamine al estar en contacto con el ambiente o cualquier superficie. Por ello, te pedimos encarecidamente que utilices una funda o cualquier almacenamiento correcto para que la mascarilla conserve sus propiedades.
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