Con motivo del Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, te compartimos algunas historias de las mujeres que salvaron a cientos de judíos de la invasión nazi
Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis liderados por Adolf Hitler, asesinaron a casi seis millones de judíos, genocidio que se denominó como Holocausto. Si bien, su persecución se dio tiempo atrás, la invasión alemana a Polonia en septiembre de 1939 marcó el comienzo de una nueva etapa más cruda y lúgubre.
De acuerdo con la organización Ana Frank, la ocupación de Polonia significó que 1.7 millones de judíos se encontró bajo la autoridad nazi, los cuales fueron alojados en guetos y áreas residenciales semejantes a una prisión. A menudo varias familias debían compartir una misma vivienda, donde reinaba el hambre y la falta de atención médica.
Sin embargo, el 20 de enero de 1942, en la conferencia de Wannsee, funcionarios nazis discutieron el plan de asesinato de los 11 millones de judíos vivos en Europa. Bajo el nombre de “Operación Reinhard”, construyeron varios campos de exterminio: Belzec, Sobibor y Treblinka; con la finalidad de matarlos inmediatamente, después de su llegada en las cámaras de gas con las emisiones de motores diésel.
A todo eso, sólo un pequeño porcentaje sobrevivió al ser utilizados en el proceso de asesinato. A partir de mediados de ese año, los nazis iniciaron la deportación de los territorios ocupados en Europa Occidental, llevando a los judío en trenes hacia Europa del Este. La mayoría terminó en Auschwitz-Birkenau.
Durante la guerra, la aniquilación no excluyó a nadie; niños, mujeres, discapacitados y homosexuales les fue arrebatada su vida. No obstante, en medio de la tragedia, existieron personas que hicieron lo meramente posible para salvar a miles de ellos:
IRENA SENDLER, “EL ÁNGEL DE VARSOVIA”
Enfermera de profesión, nació el 15 de febrero de 1910 en el seno de una familia polaca católica. Su trayectoria estudiantil empezó en la Universidad de Varsovia cursando estudios literarios, fue allí cuando se destacó por su oposición a la política de discriminación introducida en 1935 contra los judíos.
Cuando Alemania invadió Polonia, Irena Sendler, de 29 años, trabajaba en el Departamento de Bienestar y Salud Pública de Varsovia. Bajo el nuevo régimen de ocupación nazi, tenían prohibido ayudar a algún judío.
Cuando empezó el confinamiento dentro del gueto, que según fuentes oficiales llegaron a hacinarse en su interior hasta 450 mil personas, Sendler junto con sus compañeras al tener ya permiso de entrar y salir, empezaron a introducir medicamentos, ropa y todo tipo de objetos útiles para la supervivencia, camuflados como material de trabajo.
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La situación se agravó, pues a partir de 1941 prestar ayuda a un judío estaba castigado con la pena de muerte tanto para el implicado como la familia y allegados. A pesar de ello, Sendler ayudó a escapar a algunas personas del gueto, principalmente niños.
El grupo de rescate de Irena llegó a sacar a los menores metidos en ataúdes, los más pequeños adormecidos con alguna sustancia; también escondidos en sacos de papas, a través de cloacas o de oscuros túneles o directamente en ambulancia.
Aunado a lo anterior, logró ocultar los papeles de la mayoría, con la intención de que tras la guerra pudieran ser identificados para así reunirse con sus familias.
Cuando estalló el levantamiento del gueto, Sendler y su equipo armaron una red refugios de residencias privadas donde los que escapaban podían resguardarse.
De acuerdo con datos oficiales, Irene llegó a salvar a unos 2 mil 500 niños durante el Holocausto. Con 98 años fue nominada al premio Nobel de La Paz, aunque no ganó el galardón.
HERMANAS TOUZA
De acuerdo con el diario digital El Español, se estima que las hermanas Lola, amparo y Julia salvaron a más de 500 judíos entre los años 1941 y 1945.
El pequeño quiosco de la estación de Ribadavia, municipio de España, servía de escondite, así como su casa en la cual había construido un sótano que estaba disimulado bajo un falso suelo de unos 20 metros cuadrados, excavado bajo tierra y acomodado debidamente para que las penalidades se mitigaran.
La Gestapo (polícia secreta oficial de alemania nazi)llegó a visitar Ribadavia varias veces, únicamente para navegar en el silencio. Durante cuatro años desde 1941, fueron más seguidas las inspecciones, pero nada sobresalía, aunque todos los refugiados sabían de “Las Madres”, como se les denominó a las hermanas.
El periodista Diego Carcedo, en su libro sobre la actuación de los españoles que se enfrentaron al Holocausto, dedicó un capítulo a las hermanas, donde señaló el riesgo que corrían.
“Gracias a la personalidad persuasiva de Lola, todos ellos se prestaron sin reservas a ayudar y a asumir los riesgos que implicaba transportar extranjeros hasta la frontera”, dijo.
Ellas permanecieron toda su vida en el anonimato, pues su intención solo fue cumplir con el deber de salvar personas.
GISELLA PEARL
Fue una doctora judía especializada en ginecología que trabajó en el campo de concentración Auschwitz. Sin embargo, ella fue deportada a ese lugar junto a su familia, donde perdió a su marido y su único hijo, además del resto de sus parientes y a sus padres.
Fue obligada a ayudar a sus compañeras prisionera para que aliviara sus enfermedades, pero no podía hacer mucho por ellas, ya que no contaba con antisépticos, vendajes limpios ni agua corriente. Su importancia destacó al auxiliar a cientos de madres a abortar, ya que las mujeres solían ser golpeadas, asesinadas o utilizadas por el doctor Josef Mengele para hacer experimentos mortales.