Según líneas de investigación, los periodistas Margarito Martínez y Lourdes Maldonado fueron asesinados por sicarios y no delincuentes comunes.
De acuerdo con la plataforma Alianza de Medios Mx, desprotegidos por autoridades estatales y federales, los periodistas Margarito Martínez y Loures Maldonado trataron de seguir sus vidas con normalidad a pesar de las amenazas que estaban tras ellos. Según líneas de investigación, no fueron arrebatados por delincuentes comunes, sino sicarios ligados al Cártel de Tijuana o Cártel Arellano Félix (CAF).
“Ambos dijeron públicamente que estaban en riesgo, lo que incluyó su actividad profesional, pero sólo hasta que criminales organizados los mataron. Sus casos recibieron atención prioritaria de la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila y del presidente Andrés Manuel López Obrador”, refirió la plataforma en una nota.
Según la directora del Semanario Zeta, Adela Navarro, los asesinatos fueron dos actos deliberados a la prensa, con ánimo similar en el crimen, los cuales sí se consideran un ataque contra la libertad de expresión no sólo en Baja California .
“Sentimos que se aprovecharon del asesinato de Margarito para asesinar a Lourdes, lo planearon. Es oficial que hay una línea de investigación en el asesinato de Lourdes Maldonado sobre Jaime Bonilla, también se está integrando por parte de la Fiscalía General del Estado porque hubo un enfrentamiento muy público durante muchos años, durante nueve años Jaime le negó a Lourdes lo que por derecho le correspondía”, dijo en una entrevista compartida por la Alianza de Medios Mx.
Afirmó que cuando asesinaron a Margarito, la publicación llegó a la misma conclusión, pues el arma había sido utilizada en cinco homicidios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) por una célula que ahora está en el Cártel Arellano Félix. “Cuando mataron a Lourdes Maldonado se llevaron el casquillo para evitar esa identificación”, añadió.
Ante esos hechos funestos, la Alianza ofreció un panorama de los crímenes, “que autoridades se han comprometido a esclarecer a través de la creación, por primera vez en los tres años de gobierno de López Obrador, de un grupo de alto perfil para dar con los autores intelectuales y materiales”.
En Tijuana, donde fueron asesinados ambos comunicadores, los reporteros viven en una delgada línea en la que pueden ser agredidos tanto por el poder político como la delincuencia que los ha infiltrado con “halcones”, particularmente en coberturas de hechos delictivos.
Personas cercanas a Margarito cuentan que el trámite burocrático lo desanimó a inscribirse de inmediato en alguno d los mecanismo de protección a periodistas, luego de que fue colocado en la mira criminal por la acusación de Ángel Peña, quien lo responsabilizó de manejar las páginas “Tijuana en Guerra” y “Quemando Malandros”, cuyo contenido evidenciaba actividades de narcotraficantes y delincuentes.
Mientras que Lourdes no tenía escolta personal ni vigilancia policiaca permanente por parte del gobierno estatal, sólo contaba con un “botón de pánico” en su casa y de manera intermitente era visitada por la policía.
Aunque desde 2021 estaba en el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos de Baja California, resultó inútil de acuerdo a la plataforma, porque la asesinaron.
CÁRTEL TIJUANA O DE LOS ARELLANO FÉLIX, EL MÁS SANGUINARIO EN LA DÉCADA DE LOS 80 Y 90
El Cártel de Tijuana era liderado por Benjamín Arellano Félix y su segundo al mando Ramón Arellano Félix, quienes solían usar uniformes y credenciales como policías para cubrir sus identidades. Entre los conflictos más recordados fue su eterna enemistad con el Cártel Sinaloa, encabezado por Joaquín “El Chapo” Guzmán, lo que desataría uno de los conflictos armados mas conocidos de la historia.
Sin embargo, tres organizaciones delictivas empezaron a querer acaparar el mercado de distribución: Cártel de Sinaloa, Cártel de Tijuana y el Cártel de Juárez, liderado por Amado Carrillo, mejor conocido como “El señor de los cielos”.
El cartel de los Arellano Félix tuvo su mayor auge entre ladeada de los 8o y 90, cuya principal fuente de ingresos fue el tráfico de cocaína y marihuana, que era traída desde Colombia a México para terminar en Estados Unidos.