Los conflictos políticos en el mundo siguen en aumento, pero, ¿es posible que esto escale en una Tercera Guerra Mundial?
Ochenta años después de la Segunda Guerra Mundial, el conflicto más violento hasta el momento con aproximadamente ochenta millones de muertos, la Tercera Guerra Mundial podría ser aún más mortífera. La Primera y la Segunda Guerra Mundial comenzaron aparentemente sin una razón fuerte y se suponía que durarían poco tiempo.
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Incluso al principio de estos la mayor parte de la población acomodada seguía con su vida normal, comprando cosas, saliendo al teatro o al cine, leyendo periódicos, tomando vacaciones y disfrutando de charlas triviales sobre política en las terrazas. Siempre que surgía un conflicto violento localizado, prevalecía la creencia de que se resolvería localmente.
Un ejemplo de esto es que, muy pocas personas pensaron que la Guerra Civil Española y sus más o menos quinientos mil muertos serían el presagio de una guerra más amplia, la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que las condiciones estaban allí. Aun sabiendo que la historia no se repite, es entendible preguntarse si la actual guerra entre Rusia y Ucrania podría ser el principio de una nueva guerra mucho más amplia.
En los parlamentos, las fuerzas conservadoras dominan la iniciativa política; mientras que las fuerzas de izquierda, desorientadas o perdidas en laberintos ideológicos o cálculos electorales incomprensibles, vuelven a un defensismo tan paralizante como incomprensible. Como en los años 30, la apología del fascismo se hace en nombre de la democracia; la apología de la guerra se hace en nombre de la paz.
Pero este clima político-ideológico está señalado por un síntoma opuesto. Los observadores o comentaristas más atentos son conscientes del fantasma que acecha a Europa y convergen sorprendentemente en sus preocupaciones.
Los análisis de comentaristas suelen reconocer cómo pertenecientes a una familia política diferente a la mía. Me refiero a comentaristas derechistas moderados y conservadores. Lo que tenemos en común es la distinción que hacemos entre los temas de la guerra y la paz y los temas de la democracia. Podemos divergir en lo primero y converger en lo segundo.
Los expertos coinciden en que solo el fortalecimiento de la democracia en Europa puede conducir a la contención del conflicto entre Rusia y Ucrania e, idealmente, a su solución pacífica. Sin una democracia vigorosa, Europa llegaría a una nueva guerra y con esto hacia su destrucción.
Una encuesta realizada en 2022 entre expertos en riesgos de la compañía de seguros AXA y otras grandes empresas pinta un panorama pesimista de hacia dónde podría conducirnos la actual situación geopolítica. Autores de la Declaración del Reloj del Juicio Final, advirtieron recientemente en el Boletín de Científicos Atómicos que:
“La guerra de Rusia contra Ucrania ha planteado profundas cuestiones sobre cómo interactúan los Estados, erosionando las normas de conducta internacional que sustentan las respuestas exitosas a una variedad de riesgos globales”.
Como revela la siguiente infografía de Statista, basada en una encuesta de Ipsos para AXA, grandes mayorías de los expertos encuestados afirmaron que creen que la actual situación mundial podría acarrear una serie de consecuencias preocupantes, como la persistencia de los niveles de tensión en el futuro, una propagación por todo el planeta, una amenaza para los suministros nacionales de alimentos y energía y lo más inquietante: desembocar en una guerra mundial.