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Ser un buen líder no es cuestión de solo cumplir con una serie de tareas y requisitos. De hecho se trata de una cuestión mucho más profunda que tiene que ver con el carácter y personalidad de cada individuo. Hay varias actitudes que están ligadas al éxito (o fracaso) de un desempeño como buen jefe de equipo. Asimismo, está íntimamente relacionado con el trato que se les da a otras personas. Incluso, tiene nexos con los miedos y terrores que aquejan a cada persona.
Habiendo dicho eso, sí hay algunas características que definen a un líder. De acuerdo con Taskque, se trata de individuos honestos, íntegros y que rebosan de confianza. Brian Tracy asegura también que son personas con coraje, humildad y una alta capacidad de planeación estratégica. A eso se le debe de sumar lo que menciona el Center for Creative Leadership: tienen actitudes positivas, buen sentido del humor, intuición y la habilidad de inspirar a otros.
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Pero así como hay varias características y actitudes que definen a un buen líder, también hay elementos que permiten identificar todos los casos contrarios. Por supuesto, toda la gente comete errores de forma ocasional. Está en la naturaleza humana no ser un jefe de equipo perfecto en cada momento. Pero como apunta Lolly Daskal, son los hábitos los que de verdad pueden afectar la capacidad de dirigir a los demás. Destacan cinco elementos en específico:
Tener favoritos como líder
Una persona que sabe dirigir eficazmente a su equipo sabe que no puede haber preferencias. Por supuesto, es natural que habrá individuos que podrán desempeñarse con mayor o menor efectividad de forma consistente. Pero eso no significa que deba de dárseles un trato especial. Claro, es importante también estar consciente que hay que reconocer y recompensar el talento donde se vea. Pero debe hacerse de forma justa y consistente, sin importar de quién se trate.
Micro-gestionar cada tarea del equipo
La división vertical de actividades existe para que los colaboradores más abajo en el esquema de trabajo puedan encargarse de los detalles pertinentes a sus áreas. Esto deja el tiempo libre a un buen líder para poder prestar atención a asuntos más grandes y generales. En este sentido, lo peor que puede hacer un líder es estar constantemente sobre su equipo. No solo genera desconfianza y frustración, sino que también es una gran distracción de otras tareas.
Constantemente mostrar inseguridades como líder
Es evidente que las personas a cargo de un equipo de trabajo también tienen dudas y retos que resolver. En este sentido, es una buena idea mostrarse abierto con el grupo y pedir su retroalimentación si es necesario. Sin embargo, un jefe no puede estar en un constante estado de incertidumbre. Su rol precisamente es el de marcar un paso, ritmo y dirección. Si no se logra esta meta, el resto de los colaboradores no pueden trabajar a su máximo potencial.
Quejarse constantemente
Un buen líder no solamente marca un precedente profesional. También el ambiente laboral se ve fuertemente afectado por la misma personalidad y actitud de la persona frente del equipo. En este sentido, si la figura central de la organización termina por transmitir una visión negativa de la situación de la organización, los colaboradores de seguro lo replicarán. En este sentido, siempre hay que tener el rostro más optimista ante la adversidad, sin perder el realismo.
Rechazar la retroalimentación para el líder
Aquello que no se puede medir, no se puede mejorar. Lo anterior influye en el desempeño de las personas, incluyendo las figuras de autoridad. Aquellas personas al frente de los equipos de trabajo también cometen errores y pueden hacer un mejor trabajo en su posición de autoridad. En este sentido, se tiene que estar abierto a recibir revisiones periódicas de los colaboradores. Esto a su vez también ayudará a generar un mayor sentimiento de confianza.