De acuerdo a un estudio, las hormigas tienen de cuatro a cinco veces más receptores de olores que la mayoría de los otros insectos. A su vez, son capaces de ubicar ciertos compuestos orgánicos volátiles y hay tipos de cáncer que pueden identificarse.
Sin duda, la ciencia nos sorprende cada día más por su alcance para resolver enfermedades comunes de la sociedad. En esa vía, según un estudio científico, ahora las hormigas pueden aprender a oler las células humanas cancerígenas, como ya hacen los perros pero incluso más rápidamente. Si bien, no es inusual ver a animales ser entrenados para detectar a través de su olfato drogas, explosivos y enfermedades como el covid-19, una nueva especie podría sumarse a este listado.
De acuerdo con información recogida por agencias, un equipo de científicos del Centro Nacional Francés de Investigaciones Científicas (CNRS, por sus siglas en francés) descubrió que las hormigas son eficaces para olfatear el cáncer en humanos. A través de un estudio revisado por pares y publicado en iScience, los investigadores compartieron que la especie “Formica Fusca” puede ser entrenada en poco tiempo para detectar la enfermedad con gran precisión.
“Las células cancerosas se caracterizan por un metabolismo alterado, produciendo patrones únicos de compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden usarse como biomarcadores del cáncer. Los perros pueden detectar COV a través del aprendizaje asociativo olfativo, pero entrenar perros es costoso y requiere mucho tiempo.”, se lee en el estudio.
Ante ese argumento, refieren que las hormigas tienen de cuatro a cinco veces más receptores de olores que la mayoría de los otros insectos. A su vez, son capaces de ubicar ciertos compuestos orgánicos volátiles y hay tipos de cáncer que pueden identificarse por sus COV únicos. Estas pruebas preliminares se centraron en dos tipos de células de cáncer de mama, ambas con diferentes perfiles de COV. Para ello, los científicos alimentaban a las hormigas con azúcar cuando se acercaban a las células cancerosas.
“Los insectos, como las hormigas, tienen un sentido del olfato refinado y se pueden entrenar rápidamente. Mostramos que las hormigas individuales necesitan solo unas pocas pruebas de entrenamiento para aprender, memorizar y detectar de manera confiable el olor de las células cancerosas humanas (…) Anteriormente demostramos que las hormigas obreras individuales de esta especie aprenden rápidamente a asociar un estímulo olfativo con una recompensa de comida y retienen esta información durante un período extenso de tiempo”, sostiene el estudio.
¿EN QUÉ CONSISTIÓ EL ESTUDIO?
Se sometieron hormigas individuales a tres ensayos de entrenamiento en un arena circular, durante los cuales se evaluó el olor de una muestra de células cancerosas, en este caso cáncer de ovario y para ello, se asoció con una recompensa de solución de azúcar. El tiempo que las hormigas necesitaron para encontrar la recompensa disminuyó durante los ensayos, “lo que indica que habían aprendido a detectar la presencia de células en función de los volátiles emitidos”.
“Durante estas pruebas de memoria, las hormigas pasaron mucho más tiempo cerca del olor condicionado (células cancerosas) que cerca del medio de cultivo solo, lo que demuestra que las hormigas pueden reconocer la presencia de células en una muestra”, sostienen los investigadores.
A continuación, investigaron si las hormigas podían discriminar las células cancerosas de las sanas mediante el uso de dos líneas celulares de mama: unan línea celular de cáncer de epitelio derivada del cáncer de mama adenocarcinoma y una línea celular de mama no transformada, es decir, sana. Según el estudio, las hormigas se condicionaron al olor de la línea de células cancerosas o de la sana y se probaron en una arena donde estaban presentes dos olores.
“Para las hormigas condicionadas al olor MCF-7, MCF-10A sirvió como olor novedoso y viceversa. Las hormigas pasaron mucho más tiempo cerca del olor acondicionado, lo que demuestra que pueden discriminar una línea celular cancerosa de una sana y exhibir esta capacidad después de un protocolo de aprendizaje olfativo simple de 3 ensayos”, puntualiza el descubrimiento.
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