El piloto mexicano Sergio “Checo” Pérez se encuentra en un momento sólido en su carrera en Racing Point, y en el que de nueva cuenta, no tiene los elementos suficientes para poder competir con “el resto de los mortales”, es decir, el resto de escuderías que no tienen posibilidad de ir en búsqueda del campeonato.
Sin
embargo, más allá de los elementos tecnológicos y de las puestas a
punto meramente mecánicos, Pérez tiene que lidiar ahora con otro
factor, la reputación, y es que el documental de Fórmula Uno de
Netflix dejó mal parado al de Guadalajara.
El hecho de
ser un piloto de pago (que se hace de un lugar gracias a sus
patrocinadores) no es para nada una novedad en la Fórmula Uno,
incluso campeones del mundo como Nikki Lauda llegaron al gran circo
pagando su asiento; por lo que no resulta un argumento suficiente
para demeritar la carrera de un piloto que, además, casi cada año
se sube al podio.
Si bien Pérez pudiera parecer pedante, engreído o poco sociable, resulta ser un adn bastante común en la grilla; el mejor ejemplo es Kimi Raikkonen, quien abiertamente se declara insolente ante la prensa o incluso aficionados.
A su vez, conforme avanza el tiempo, a Pérez se le quitó lo agresivo o arriesgado para dar paso a un tipo más cerebral y que busca ganar la mayor cantidad de puntos sin desgastar las gomas. La reciente batalla con Ocon nos mostró a un tipo que difícilmente cederá ante cualquier rival, incluso si se trata de su compañero de equipo.
Algo que, tampoco es novedad, la rivalidad entre compañeros de equipo es igual de vieja que la Fórmula Uno y que incluso a costado vidas, Gilles Villeneuve es el más claro ejemplo.
De tal forma que la carrera de Pérez aún cuando no ha sido sencilla, ha ido en ascenso, con todo y los obstáculos venidos y por haber.