Este fin de semana Tomas Boy debutará al frente del banquillo de Chivas, será el número 16 en la era Vergara, para el aficionado, podría tratarse de otra desafortunada decisión por lo que las esperanzas de un buen futbol y de la obtención de títulos permanece baja.
Durante los años en los que Jorge Vergara ha sido el dueño del equipo, bajo el Grupo Omnilife, Chivas o como quiera que se llame, se han logrado dos títulos de liga, uno de copa y una Copa de Campeones de la Concacaf, se disputó una final de copa Libertadores, se jugó un Mundial de Clubes, al tiempo que se exportó a Europa jugadores como “Chicharito” Hernández, Marco Fabían, Carlos Salcedo, entre otros.
Números muy bajos para el nombre que representa el denominado “equipo del pueblo” y que presume tener al 50 por ciento más uno de la afición en el país; si bien es cierto que cuentan con uno de los estadios más espectaculares de América Latina y de que su valor de marca es uno de los más altos del continentes, lo que pasa en el terreno de juego aleja al aficionado del equipo, en momentos en los que equipos “emergentes” captan cada vez más aficionados.
Sin embargo el problema del “rebaño sagrado” va más allá del nombramiento de entrenadores, los ha habido de todo tipo, de toda escuela, de ataque, de defensa, nacionales, extranjeros, jóvenes y experimentados; el resultado no cambia, periodos cortos, inicios prometedores y finales dignos de una película de terror o del nivel más bajo de educación.
Las formas en Chivas son iguales de deficientes que los fondos, un equipo que no juega bien, que no gestiona bien a sus talentos, a sus estrellas ni a sus juveniles; que un día la directiva dice derecha, al otro izquierda y al final del día el rumbo es para adelante o mejor dicho, para atrás.
El Guadalajara no termina de comprender que los grandes proyectos y los grandes resultados conllevan grandes esfuerzos, planeaciones y sacrificios, que el tiempo es un aliado cuando se trata de reconstruir la identidad de un equipo que hace bastantes años la perdió.
Que se necesita paciencia y trabajo cuando se trata de uno de los clubes más importantes del país y que aunque tiene el mote de grande, hace rato que dejó de dar miedo por las canchas que pisa en la primera división para dar paso a la pena y vergüenza del aficionado.
La institución deportiva de Guadalajara requiere de disciplina y coraje, pero no fuera de la cancha, no en las oficinas, no en los desplegados, sino en el terreno de juego, en los entrenamientos y en los formadores de los nuevos talentos.
La apuesta por Boy parece más un momento de desesperación que una pieza clave para devolver al equipo a los primeros planos; Chivas es necesario para que el futbol de México crezca, es un primer actor relegado a papeles secundarios.
Tristemente, parece que la película del club será de bajo presupuesto, limitado a finalizar con la mayor dignidad posible lo que resta del torneo. Llegará una campaña nueva a mitad de año y con ella las renovadas esperanzas de sus aficionados, pero no la de sus directivos, la que de verdad importa.