La película “Noche de fuego” de la directora Tatiana Huezo, evidencia la realidad y gravedad de los agricultores de amapola, quienes se disputan su vida entre el narcotráfico y el Ejército.
“Buenas tardes. Venimos por la niña, madre”, dice un integrante del crimen organizado, mientras Ana (Mayra Membreño) se esconde bajo tierra para evitar ser hallada por un cártel de la droga. Sus días son así: cortándose el pelo para pasar desapercibida, corriendo de las aeronaves que fumigan los plantíos de amapola y sobrellevando su adolescencia junto a sus amigas. La violencia inunda los hogares, dejando rastro en un pueblo ubicando en la Sierra de México.
Lo anterior, es parte de un fragmento de la película “Noche de Fuego” de la directora Tatiana Huezo, disponible en Netflix. El largometraje que aborda la historia de tres jóvenes que habitan las casas de los desaparecidos, pero a su vez huyen de ser atrapadas por el narcotráfico, está basado en la novela “Prayers for the stolen”, escrita por Jennifer Clement en 2014.
Para ello, Tatiana realizó una adaptación, ya que en el escrito original la protagonista es una niña que mantienen la trama en un poblado donde los hombres se ausentan, al ir trabajar a Estados Unidos en la búsqueda del sueño americano. A pesar de que la novela original basa su historia en el estado de Guerrero, para la cinta las locaciones se movieron a la Sierra Gorda de Querétaro, en un pueblo llamado Neblinas.
La gravedad con que se retoma el cultivo de amapola en “Noche de Fuego” no está alejado de la realidad; es un mal que acecha a decenas de personas en el país. Tan sólo en marzo de 2021, la Secretaría de Defensa Nacional destruyó mil 225 hectáreas de plantíos en medio de las protestas de los agricultores, sumando en total 2 mil 748 hectáreas barridas de esta flor necesaria para fabricar goma de opio, 12 veces más que la extensiones intervenidas de campos de marihuana.
De acuerdo con un artículo de El País, los agricultores dependen de la amapola para subsistir en las regiones más marginadas del país -como sucede en Noche de Fuego- especialmente en los estados de Sinaloa y Guerrero. Por ello, durante años han protestado y tratado de impedir que el Ejército devaste sus campos en el punto más álgido de la temporada, esfuerzo que ha sido en vano. Aunque México es uno de los países donde más se produce esta flor, su precio ha bajado por el auge del fentanilo.
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En 2021, el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González, informó que las fuerzas federales en el plan de lucha contra el narcotráfico barrieron campos enteros de plantíos de marihuana y de amapola. Resultado de operaciones que se dieron en mayor medida en Guerrero y Sinaloa, donde hay un mando especial de Badiraguato para detectar y destruir estos campos.
“En marihuana en lo que va del mes (marzo), 92 hectáreas se erradicaron, haciendo un total del años de 221 hectáreas. En amapola, mil 225 hectáreas, casi la misma cantidad que llevábamos en los meses anteriores”, sostuvo en esa ocasión.
Desde 2020, los agricultores que dependen de estos cultivos para vivir han protestado para pedir al gobierno alternativas para su forma de vida. En marzo de 2021, la Asociación Campesina del Norte y Nordeste de Antioquia y la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam) denunció en un comunicado intimidación y destrucción forzosa por parte del Ejército en varias comunidades.
“La entrada arbitraria del personal del brazo armado estatal para violar los derechos humanos, autorizando operativos de erradicación forzada manual que confrontan a las comunidades con el personal armado”, refirieron en el texto.
En ese entonces, 200 trabajadores del campo de Guerrero se enfrentaron a los soldados que estaban destruyendo 50 hectáreas de cultivo de amapola y exigieron que se les incluyera en el programa Sembrando Vida, una iniciativa que busca reemplazar los cultivos ilícitos. A todo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha expresado su voluntad de amnistiar a los jóvenes encarcelados por traficar con amapola o que sirvieron de mano de obra al crimen organizado por salir de la pobreza.
DE LA SIEMBRA DE AMAPOLA A LA GOMA
De acuerdo con la publicación “Amapola, opio y heroína” de Transnational Institute (TNI), en Colombia y México, la amapola crece bien en un rango entre mil 700 y 3 mil metros sobre el nivel del mar. Cultivo que requiere de humedad y clima fresco para su desarrollo. Sin embargo, por tratarse de un cultivo prohibido, la amapola se ubica generalmente en zonas de difícil acceso. Su llegada y adopción en las comunidades tiene una conexión con las redes de intercambio preestablecidas por el tráfico de drogas y en algunos casos, también con el dominio territorial de grupos armados ilegales.
“El cultivo tuvo éxito allí donde persiste porque, a pesar de no ser consumido por los productores, la incertidumbre de la erradicación y la variación de los precios, siempre ha habido alguien dispuestos a comprar la goma, lo que justifica el riesgo”, se lee en el documento.
El cultivo tarda unos tres meses en madurar. El momento de la cosecha inicia con la caída de los pétalos, a partir de entonces los bulbos comienzan a ser rayados y el látex colectado, el cual depende en nueva parte de la forma de trabajo y capacidad del agricultor.
Cada bulbo se puede rayar y cosechar hasta tres veces (entre nueve y 12 picadas o cortes en total). Los campesino deben cosechar el látex fresco, temprano por la mañana, antes de que el sol caliente demasiado. De acuerdo con este sector, las platas de flores blancas rinden más, aunque siguen siendo cultivadas las rojas, moradas, violetas y rosadas.
Otro aspecto en el que los agricultores identifican rendimiento es en el porcentaje de alcaloide y la cantidad de látex que se requiere para “voltiar” (transformar) la goma a Eme (morfina) y Hache (heroína).
“La transformación de goma de opio en heroína se realiza en dos pasos generales: el primero transforma el opio crudo en morfina, y a partir de ella se sintetiza la heroína (diamorfina). Este proceso se realiza generalmente por medio de métodos y precursores distintos: primero se acetiliza la morfina con anhídrido acético o cloruro de acetilo, y después el producto crudo de esa acetilación se purifica mediante la adición de carbón activo y se filtra para finalmente ser recristalizado por medio de etanol”, señala el texto.