En medio de la crisis sanitaria la alimentación de los niños y niñas de México, así como de la población en general, fue un factor determinante a lo largo del último año, pues podría pensarse que esta mejoraría para buscar un cambio en la salud de los menos.
Según un estudio realizado entre madres, padres y cuidadores de niños de entre 2 y 11 años de edad en México, la alimentación de los menores según el tipo de productos fue muy variada pues a pesar de que los cereales, las verduras y los lácteos son una parte esencial de su dieta, también lo son las botanas.
Cerca del 100 por ciento de los encuestados aseguraron que los niños habían consumido cereales en los días previos a la encuesta. Asimismo, entre el 95 por ciento y el 98 por ciento afirmaron que se habían alimentado de frutas frescas.
Por otra parte, entre el 91 por ciento y el 96 por ciento de los participantes manifestaron que la dieta de los menores incluía dulces, postres y botanas e incluso el consumo de este y otros grupos de alimentos no recomendables para su ingesta diaria tuvieron un porcentaje de consumidores mayor a 70 por ciento.
El consumo de azúcares añadidos en los niños y niñas de edad escolar tuvieron más del 90 por ciento de consumidores y fueron consumidos aproximadamente 4 días a la semana, mientras que los menores de 4 años se quedaron debajo por casi 10 por ciento.
DATO: Entre 13 y 17% de los niños consumen 1 vaso (250 mL) o más de refresco en un día promedio y cerca del 50% consumen poco menos de 1 vaso.
Lo que los padres y madres menos prefieren darle de comer a sus hijos son Verduras y frutas industrializadas, Pescados y mariscos, Leches vegetales y café o té, sin embargo, hay algunos que si optan por estas opciones del mercado.
Cabe señalar que actualmente México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil por lo que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), esto se asocia con amplia gama de complicaciones de salud graves y a un creciente riesgo de contraer enfermedades prematuramente, entre ellas, diabetes y cardiopatías.
El consumo de productos procesados con altos niveles de azúcar, grasas trans y sal, así como bebidas azucaradas se volvió algo regular gracias a la facilidad con la que pueden adquirirse estos productos.
El nuevo etiquetado parece que no funciona
Como se percibe en el estudio, a pesar del nuevo etiquetado que sufrieron varios productos dentro de México, el consumo de estos alimentos sigue presente en los niños y niñas del país.
Se esperaba que con el etiquetado los consumidores pudieran tomar mejores decisiones sobre los productos que adquieren basándose en la información nutrimental que aparece en cada uno de los empaquetados e incluso parte de estas nuevas medidas fue eliminar lo siguiente:
“Personajes infantiles, animaciones, dibujos animados, celebridades, deportistas o mascotas, elementos interactivos, tales como, juegos visual – espaciales o descargas digitales, que, estando dirigidos a niños, inciten, promuevan o fomenten el consumo, compra o elección de productos con exceso de nutrimentos críticos o con edulcorantes”.
Lo anterior, se debe al apartado cuatro, de especificaciones en el índice 4.1.5, de la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010, Especificaciones generales de etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados-Información comercial y sanitaria.
Y es que de acuerdo con una encuesta realizada en 2019 se determinó que la segunda razón más importante para que un niño de 3 y 13 años comprara un producto fueron las caricaturas o las celebridades presentadas en el empaque, solo detrás de la publicidad de la marca.
Alimentación no es el único problema
Además de la alimentación, la cantidad de actividad física que realizan los niños y niñas también ha disminuido, incluso en medio en la crisis sanitaria, donde los menores prefieren realizar actividades con el uso de dispositivos electrónicos.
Información del Instituto Nacional de Salud Pública, afirman que en tiempos de Covid-19 existió una elevada utilización de dispositivos como televisión, tablet y celular para entretener aún en las niñas y niños más pequeños, algo que conforme aumenta la edad, el tiempo de exposición a las pantallas es mayor.
De igual forma, el comer se volvió un hábito mayor, dejando atrás otras actividades importantes como hacer ejercicio, dormir, actividades de relajación o lectura, las cuales se realizan en menor medida comparado con el periodo previo al confinamiento.
Qué hacer para mejorar la alimentación
Si bien el consumo de este tipo de productos en los menores de edad puede ser muy difícil de detener para algunos padres o madres de familia, lo ideal es comenzar a regular la frecuencia con la que se ingieren.
La OMS afirma que el compromiso debe ser de la sociedad completa, tanto de los gobiernos, la sociedad civil, organizaciones y asociaciones no gubernamentales y el sector privado, pero todo puede comenzar con 4 puntos básicos:
- Aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos
- Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las insaturadas
- Reducir la ingesta de azúcares
- Mantener la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas
El proceso para modificar la alimentación puede resultar difícil, pero en el caso de los niños es más sencillo comenzar a establecer hábitos en edades tempranas, sobre todo en medio de una crisis sanitaria como la que se vive hoy en día en donde las enfermedades que causa el consumo excesivo de estos productos se convirtieron en una comorbilidad mortal.
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